¿POR QUÉ NADIE TE RECUERDA, AUNQUE TENGAS BUEN PRODUCTO?

Tienes un gran producto, lo sabes tú, lo reconocen tus clientes actuales. Algunos incluso te han recomendado, has invertido tiempo, esfuerzo y pasión en mejorarlo. Estás convencido de que soluciona un problema real, y sí, probablemente lo haga. Pero aún así… algo no cuadra.

  • ¿Por qué no tienes más clientes nuevos?
  • ¿Por qué la gente no te menciona?
  • ¿Por qué no vuelven los que ya compraron?
  • ¿Por qué sientes que pasas desapercibido?

Durante mucho tiempo, se creyó que bastaba con hacer bien las cosas. Que, si eras honesto, responsable, y ofrecías calidad, el éxito llegaría por sí solo. Esa lógica funcionaba cuando había poca oferta, poca competencia, y mucho boca a boca.

Pero eso ya no es así, hoy vivimos en un mundo hipercompetido, hiperinformado e hipervisual. El cliente tiene miles de opciones, compara en segundos, decide en minutos, y olvida en cuestión de horas.

Entonces, lo que te diferencia ya no es solo tu producto. Es tu capacidad para estar en la mente del cliente cuando él no está pensando en ti.

Tu producto puede ser excelente, pero si no lo comunicas, no lo muestras, no lo haces sentir, simplemente no existe para la mayoría.

No te compran por lo bueno que eres, te compran por lo bueno que pareces, por cómo los haces sentir, por lo que simbolizas en su mente.

Tú no vendes solo un producto, vendes una experiencia, una emoción, un significado. Y si no logras transmitir eso de forma clara, constante y atractiva, el mercado simplemente no te ve.

Piensa en esto:

¿Es Apple la marca más barata? No, pero es la primera que viene a la mente cuando se habla de tecnología.

¿Es Coca-Cola la bebida más saludable? No, pero es sinónimo de “refresco”.

¿Es Nike el único buen zapato? Tampoco, pero su mensaje “Just Do It” vive en la cabeza de millones.

Estas marcas no ganaron porque eran perfectas, ganaron porque se metieron en la mente y en el corazón del cliente, porque entendieron que el verdadero juego no es solo tener calidad, sino ser memorables.

La mente humana está saturada de información. ¿Sabes qué recuerda?

Lo que ve muchas veces, lo que le emociona, lo que es fácil de repetir. Si solo apareces cuando necesitas vender, si tu mensaje cambia cada semana, si no hay una imagen clara de ti, el cliente te olvida. Y cuando necesite lo que tú vendes, pensará en otro.

Para que te recuerden, sigue estas recomendaciones:

  • Usa un mensaje breve, claro y repetible.
  • Publica contenido útil o inspirador con frecuencia.
  • Mantén una identidad visual coherente.
  • Establece un tono y personalidad que te hagan reconocible.
  • Sé parte de su día a día antes de querer ser parte de su compra.
  • La fórmula de la recordación: Repetición + Emoción + Claridad

1. Repetición:
Repite tu mensaje en distintos formatos, redes sociales, correos, videos, mensajes personales, no temas sonar repetitivo: el cliente necesita verte muchas veces antes de confiar.

2. Emoción:
No vendas características, vende beneficios, aspiraciones, sueños. El cliente no quiere una crema, quiere verse joven, no quiere una asesoría, quiere resultados, no quiere un curso, quiere cambiar su vida.

3. Claridad:
Si tu mensaje es complejo, se pierde, si es genérico, se confunde, pero si es claro, se queda.

  • No comunicas lo suficiente (o lo haces mal):

Este es uno de los errores más comunes y al mismo tiempo más costosos que comete un vendedor, un emprendedor o una marca, que es el
confundir el acto de informar con el arte de vender. Muchos se esfuerzan en explicar, en describir, en detallar cada aspecto de su producto o servicio:

“Está hecho con materiales premium, tiene 10 módulos, 5 videos y 3 sesiones en vivo, dura 90 minutos.”, incluye soporte técnico, viene en color negro y blanco, etc.”

Y no está mal que lo sepas, claro que es importante dominar lo que ofreces, pero eso no es lo que hace que el cliente diga “lo quiero”. Porque aquí está la gran verdad que muchos aún no han entendido, y que puede cambiar por completo tu forma de vender: La gente no compra productos, la gente compra emociones, compra beneficios, compra soluciones, compra lo que ese producto significa en su vida.

Entonces, ¿cuál es el problema real?

El problema es que la mayoría sigue enfocando su comunicación desde el producto, en lugar de hacerlo desde el cliente. Se habla de lo que tiene, de lo que incluye, de lo que hace, pero no se habla de lo más importante:
¿Qué pasará con la vida de esa persona después de comprarte? ¿Qué problema le resuelves? ¿Qué emoción le provocas? ¿Qué cambio le estás ofreciendo?

Y aquí es donde la comunicación se vuelve poderosa, cuando dejas de explicar lo que vendes y empiezas a contar lo que provocas.

No digas “vendo asesorías contables”, mejor di:
“ayudo a emprendedores a dormir tranquilos, sabiendo que sus finanzas están en orden.”

No digas “vendo cursos de Excel”.
Di: “te enseño a dominar las herramientas que pueden hacerte ascender y destacar en tu trabajo.”

No digas “vendo ropa deportiva”.
Di: “te ayudo a verte como quieres, sin sacrificar comodidad ni estilo.”

Porque el cliente no se conecta con lo que ofreces, se conecta con lo que imagina que podrá conseguir gracias a ti. Y ahí entra el poder de la comunicación emocional y el storytelling. Cuando hablas desde la transformación, desde los casos reales, desde lo que otros han vivido al usar tu producto, dejas de sonar como un vendedor y comienzas a sonar como una solución viva, real y deseada.

Y eso no se logra diciendo “lo tengo”.
Se logra diciendo: “mira lo que puedes ser después de tenerlo”.

Así que, si hoy sientes que tu comunicación no convierte, que no atraes a las personas adecuadas o que tus ventas no reflejan el esfuerzo que estás haciendo, no mires tu producto, mira cómo lo estás contando.

Porque puedes tener el mejor producto del mundo.
Pero si nadie se emociona cuando hablas de él, si nadie se ve reflejado en lo que dices, si nadie siente que lo necesitas tú más que él a ti, entonces seguirás hablando solo.

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